Saturday, July 5, 2014

Callado




Sé que tus palabras eran suaves, pero no logro comprender ya ninguna, 
no las oigo más. 

Solo escucho aquello que los otros contaron de ti. 

Frases que mitificaron tus labios y te hicieron etéreo. 

Eres ahora foto retocada de una cara, joven amable en algunos de mis sueños, chamarra vieja ya perdida, fervientes oraciones de niño, una tumba fría con flores e incienso. 

Eres lágrimas de la misma madre que compartimos. 

Quisiera tener cerca tu cuerpo y sentir tu mano, darnos un abrazo, escucharte claro, sentir un beso de hermano. Pero no puedo.

¿Qué habría sido de ti si hubieras continuado viviendo?

... Quizá es mejor que estés bien muerto, 
porque no me piensas ni me hablas, ni me juzgas ni me rechazas. 

Eres solo ese adolescente callado e inmóvil, esa foto colgada de un muro con maquillaje de tinta espesa, ese mi sueño de niño, esa tumba a la que nuestra madre llena de culpa y duelo le reza con las palmas al cielo. 

Eres aún, como lo ves ahora, 
parte importante de mis plegarias que debo ocultar al mundo.

Tu silencio me ama, Federico, 
aunque no oigo tu voz
y me quedo con eso que los demás de ti dijeron.

Ese silencio me deja soñar contigo, me permite vivir tranquilo,
no me habla incisivo de lo distinto y nuevo y doloroso de mis deseos.



(Gustavo Thomas © 2014)

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