Tuesday, November 11, 2014

Un mancha color de mar

Juan Soriano, "Hombre recostado con peces" (Huecograbado. 1989)




Una mancha color de mar



En mi pecho hay una mancha color de mar.
Sus olas permanecen ocultas a los ignorantes, 
ante la mirada de los otros 
se secarían dejando a los peces sin un lugar para saltar.

La veo cada mañana en el espejo; 
cuando leo y releo las cartas del pasado; 
la veo cuando me tropiezo ante un charco; 
y también cuando lloro porque el viento a mi ojo ha traído algo.


En momentos me da pena tenerla aquí.
¡Aquí!

En momentos la olvido.
Prefiero usar el olvido que siempre nos evoca el mar.

El mar

Es cierto, él provoca sentimientos encontrados dentro mí: 
a veces lloro por lo inmenso de la vida, 
a veces me atormento y hago más olas de pequeñas situaciones, así sin más.

Creo no encontrar paz, 
como si mi corazón, que está en mi pecho, 
navegase días y días sin rumbo, sin radar.

¡Esa mancha, estoy seguro, es un problema oculto de mi vida sentimental!

Hace unos días me hundí en ella, 
me parecía tan oscura y densa 
como la piel de ese musculoso marino 
al que yo perseguía a diario 
sin poder detener mis deseos.

¡Esta vez él y yo juntos ya habíamos caído!

Ese día también entré a mí.

Encontré ahí caballos de crines rubias relinchando, 
toros estocados desangrados, 
algunos otros animales de mis antepasados. 

Encontré también a mi abuela, 
curándome en su templo; 
a mis padres por su hijo sollozando; 
a mi hermano muerto 
que caminaba por un parque justo antes de irse a jugar fútbol.

Ahí también volví a encontrarme al poderoso marino que seguía en mis sueños, ahora muerto. 
Sus ojos se saltaban hasta perder la gravedad. La ropa en jirones flotaba; sus antes grandes músculos ahora eran nidos de pececillos que lo comían sin escrúpulos.

Me senté a contemplar el movimiento del agua en el mar.

Hundido en esa mancha he permanecido algunos días. 
Mis manos arrugadas demuestran el efecto de la sal en mi piel. 
Mis ojos no lloran... mis lágrimas son agua de mar.

Aquí no hay espejos a los que cada mañana debemos mirar.

No he visto sirenas, ni silenos, ni faunos nadadores, ni hadas brincando entre fantásticos corales.

Estoy solo aquí en mi mancha, 
solo, 
solito, 
con mi mano al pecho, 
resguardando ésta mi salada vergüenza.

Ayer mismo lancé una botella con una nota dentro y la dejé a la deriva, pero no siento seguridad:

¿Quién busca notas de náufragos

dentro de manchas color de mar
que se encuentran en el pecho de un hombre 
que habla como un loco de atar?



(Gustavo Thomas © 2002-2014 )

No comments:

Post a Comment